Capítulo 7 El primer beso.


 El primer beso.

I've got sunshine on a cloudy day.

When it's cold outside I've got the month of May.

I guess you'd say

What can make me feel this way?

My girl (my girl, my girl)

Talkin' 'bout my girl (my girl).

MY GIRL — The temptations.


Todos soñamos con el primer beso y el que no lo haga es porque está muerto por dentro ¿Quién fue tu primer beso, lo recuerdas? ¿Fue lindo? ¿Incómodo? ¿Desagradable? Si has visto las suficientes películas de Disney, quieres que sea mágico, pero para algunas personas el primer beso no es tan mágico como se lo habían imaginado.

Las chicas estaban tomando el almuerzo en la cafetería de la escuela y platicaban justo sobre el tema que trataremos en este capítulo. 

—Estábamos jugando a la botella y para mi suerte me tocó con un chico que no lo hizo tan mal, pero ni siquiera lo conocía  —dijo Elisa.

—Nunca lo he hecho, pero debe ser algo hermoso —externó la romántica de Sol.

—Lo mismo digo. ¿Y tú alguna vez has besado a alguien? —preguntó Karla a Andy.

—No, pero es algo que veo muy, muy lejano —respondió un tanto dura.

Sí, nuestra chica después de lo ocurrido hace dos meses se puso un poco más a la defensiva de lo que ya estaba.

—Llevan como dos meses sin hablarse ni yo soy tan digna —dijo Elisa burlándose de Andrea.

—Si no fuera porque te adoro ya te hubiera dado un sape —dijo Andrea entre risas —. No soy digna, simplemente él se alejó sin más, yo no le dije nada.

Okey, recapitulemos, Alberto le dijo a Karla que era lo que sentía o más bien le dijo que no sabía que sentía, pero que él no quería ser el factor por el que hubiera un pleito entre Andrea y su papá, pues él lo amaba y respetaba, creo que hasta veladoras le prendía al profesor Milani. Karla le dijo a Alberto que mejor se alejara de Andrea, porque ella si sentía algo por él, por lo que Karlita se sentía un poco o un mucho responsable de lo había pasado entre los amigos, ahora regresemos con las jóvenes.

—Oigan, ¿iremos a chica y chico secundaria? Iván tiene que ir a entregar su corona. comentó Sol.

—Sí, por favor, tengo que ir a bailar. Vamos —dijo Elisa emocionada.

—Yo no creo ir, mis papás no me dejan ir a la disco —respondió Andrea.

—No es en la noche, es una tardeada inocente —comentó Karla.

—Pero como quiera, no creo que me den permiso de ir a un lugar de esos, lleno de vicios —dijo Andrea sarcástica.

—Si quieres voy a pedir permiso, porque si lo hace Elisa es obvio que no irás —dijo Karla mientras todas reían.

—Adelante, inténtalo, lo único que podría pasar es que me digan que no —contestó Andrea.

El timbre sonó y se dirigieron a su salón, pero seguían platicando sobre la disco y que harían en caso de que lograran el milagro de que a Andrea la dejaran ir a un lugar de ese tipo. 

Entraron al salón ya cada quien estaba en su lugar, pero seguían que si la ropa, que si como se irían. Alberto llegó, escuchó la conversación y metió su cuchara.

—Ni loco el maestro Milani te va a dejar ir a la disco —contestó Alberto después de dos meses sin hablarle a Andrea.

Vaya, después de todo se acordó que existía la chica.

—Ya veremos. Tal vez se toque el corazón y me deje ir —dijo con esperanza Andrea.

—¿Cuánto quieres perder? —preguntó Alberto.

—No me gusta apostar, siempre pierdo —contestó Andrea.

—Pues si no quieres es porque sabes qué dirá que no tajantemente —dijo Alberto sarcástico y con una sonrisa.

—¿Qué te parece cincuenta pesos? —dijo Andrea.

—Me parece bien, eso quiere decir que el viernes tendré cincuenta pesos para mi entrada y la de Rosalía.

¡Ouch! Las amigas de Andrea se quedaron heladas al escucharlo, pero nunca esperaron la siguiente respuesta.

—Pues si eso llegara a pasar sería la primera vez que le invitas algo en tu vida. ¿No? —dijo Andrea de forma mordaz.

Elisa contuvo la risa, pero no pudo más, se carcajeó de Alberto y eso hizo a Andy sentirse como que había ganado el concurso de improperios.

Las clases pasaron rápido y las chicas ya tenían planeada la forma en la que Karla le pediría permiso a los padres de Andrea, en la tarde, Andy y Karla se acercaron a sus papás. 

—Buenas tardes, señora Laura —dijo Karla.

—Buenas tardes, Karla. ¿Qué pasa? —preguntó la mamá de Andrea.

—Verán, es que el viernes es el concurso de chica y chico secundaria en la disco y todo mundo va a ir… —dijo Andrea.

—¿En qué disco es? —preguntó el papá de Andrea.

—En Scrúpulos. Es fácil llegar, nosotras llevaríamos a Andrea y la traeríamos de vuelta a casa, no andaría sola y adentro sólo venden refrescos, habrá muchos adultos porque van los papás de los que compiten —dijo Karla.

—No sé, esos lugares no creo que sean buenos, son unas niñas —contestó Laura.

—Le aseguro que no venden alcohol, como es tardeada, no hay venta ni cigarros, nada de eso.

Yo creo que los papás de Andrea realmente la vieron muy entusiasmada de ir, porque accedieron, ambas brincaron y se emocionaron, Andy no podía creerlo, pero ahora había un pequeño detalle. ¿Qué se pondría? Todas las chicas siempre iban super despampanantes a esas cosas, pero ella no tenía ropa para eso.

—La buena mezclilla nunca falla —contestó Elisa.

—Nunca falla cuando eres talla treinta y ocho, yo no tengo pantalones de mezclilla, no hay para mí —dijo Andrea apenada.

Antes no vendían ropa para gorditas como ahora que se ha puesto tan de moda la onda Curvy, tampoco existía Shein ni Amazon que es donde puedes obtener ahora las tallas más grandes.

¿Faldas? —preguntó Karla.

—No. Yo siempre ando en mallones —dijo Andrea.

—Ponte un mallón negro y un blusón bonito, con eso tienes —contestó Sol.

—Pues eso tendrá que ser, porque no tengo ropa bonita —dijo con tristeza Andrea.

—Nos arreglaremos aquí y nos vamos a la disco. ¿Cómo ves? Así tus papás ven que vamos todas juntas —dijo Elisa planeando la salida.

—Claro me parece bien, además yo no sé llegar —dijo Andrea y después de eso todas rieron—, ya lo sé, soy una vergüenza para todas las preadolescentes de la ciudad.

Al otro día en la escuela, todos platicaban del gran evento y hacían planes, pero Andrea quería llegar a cobrar su dinero, lo vio llegar y ella tenía una enorme sonrisa, no esperó ni siquiera a que llegara a su lugar. 

¿Cuándo me pagas? —preguntó Alberto con una enorme sonrisa.

—Es al revés querido, dile a Rosalía que tendrá que pagar las entradas porque te acabo de quitar lo de la tuya, porque si voy a ir —dijo Andrea de forma mordaz.

—¿En serio? Hubiera pensado que tu papá era un poco más estricto con eso. Diablos —dijo Alberto sacando el dinero y pagándole a Andrea—. Ahora tendré que cuidarte allá.

Al oírlo de inmediato se molestó. 

—Yo no necesito que me cuides. Además, voy con las chicas, tú vas con tu novia y no necesito nada de ti —dijo Andrea un tanto hiriente. El rostro de Alberto cambió de golpe.

—Cierto, no tengo porque andar jugando a la niñera, pues entonces nos veremos allá —dijo molesto y sentándose en su lugar, pero ella dobló las manos. 

—Así será. Sé que soy tu amiga y aprecio mucho que quieras protegerme, pero tienes que dejar de cuidarme tanto —dijo Andrea teniendo la mirada de Alberto fija a ella—. ¿Es por eso que lo haces no?

—Claro. ¿Por qué otra cosa seria? —contestó él.

A pesar de que las cosas se habían enfriado entre ellos, seguía sintiendo ella lo mismo en su corazón y él demostraba demasiado interés en su persona, no sé qué tan bueno sea prohibirle a tu hijo o hija no estar con alguien, yo veía que eso hacía que ambos chicos se aferraran más el uno al otro, pero bueno, no soy padre ni madre y no sé si alguna vez lo sepa, pero por mi parte hubiera dejado que las cosas sucedieran solas.

La semana pasó rápido, obviamente era por la emoción de ir a un lugar nuevo y excitante. Ese día salieron todas de la escuela y se fueron a casa de Andrea para arreglarse, estaban extasiadas, se peinaron muy al estilo de los 90 's y se pintaron.

—No vayas a tomar nada que no te abran frente a ti, pon mucha atención a todo Andrea, tengan cuidado —dijo Laura a su pequeño polluelo.

—Si ven que hay problemas, se alejan, no se queden ahí. Eso va para ti Aldana —comentó el maestro Milani.

—Sí maestro no se preocupe, la vamos a regresar sin ningún rasguño —dijo Elisa.

—Cuídense mucho, por favor —repitió la madre de Andrea.

—Sí, mamá.

Comenzó la aventura, las chicas salieron y tomaron un taxi, Andrea iba muy emocionada viendo el paisaje por la ventana, no podía creer que le hubieran dado permiso de ir, al llegar vio la enorme fila para entrar, llena de chicos de su edad entre doce y quince años, algunos más grandes, pero bueno, no habría venta de alcohol. Elisa sacó un cigarrillo y lo encendió, Andrea abrió grandes los ojos al verla con un cigarro en la mano.

—¿Qué? No lo vas a fumar tú —dijo Elisa.

—Le dije a la mamá de Andrea que cero cigarros y tú como siempre regándola —contestó Karla—, vas a hacer que nuestra ropa se apeste a tabaco.

—Lo siento mucho —dijo Elisa incisiva.

Andrea le quitó el cigarro a Elisa, le dio una bocanada y lo sacó como si nada sin toser o ahogarse, las tres se quedaron impactadas de verla fumar como una experta.

¿Qué demonios, Andrea? —cuestionó Karla.

—Ya he fumado Karla, no te preocupes —contestó Andrea.

—¿Desde cuándo y por qué no habías dicho nada? —dijo Sol impresionada.

—En realidad lo hice a los doce, en una fiesta con los del otro grupo, lo he hecho un par de veces cuando nadie me ve, pero no seguido, no quiero hacer vicio.

Sólo sería un vicio que dejaría a sus treinta años de edad, pero nada más, aclaro que no empezó a fumar Andrea a esta edad, pero eso lo veremos más adelante.

—¿Ves?, ahora ya no me siento mal —dijo Elisa.

—Tú jamás te sentirías mal por eso —dijo Andrea sarcástica.

La fila comenzó a avanzar y Andrea sentía nervios, pero cuando por fin entraron su rostro lo decía todo. «¿Es todo, en serio?». Se imaginaba un lugar más grande, colorido, era pequeño con unas mini mesas donde tenían que entrar cinco personas en unos, micro bancos, en fin, la gente se repartía por escuelas y porras, pues era un concurso, como les había dicho, Iván era un chico guapo y le correspondía entregar su corona como el joven más guapo de las escuelas secundarias de la ciudad, por lo que andaba vestido de traje, lo cual hacia resaltar su galanura.

—¿Ya vieron a Iván? Se ve guapísimo —comentó Sol.

—Se ve bien. ¿No? —dijo Andrea no muy interesada.

—¿Tú eres ciega? Hasta yo lo veo guapo —dijo Karla.

—No es ciega, simplemente no tiene ojos para nadie más y eso no está bien, si no te hace caso, ya mándalo al diablo, no seas tonta, Andrea —dijo Elisa.

—Yo ya no estoy buscando nada con él, pero el hecho de no querer nada con alguien, no quiere decir que tenga que ver a todos los hombres guapos.

—Eres rara —dijo Karla riendo.

—No soy rara, soy selectiva que es muy diferente, no cualquiera llega a este corazón —dijo Andrea con una sonrisa pícara.

Entonces entró Alberto, con su ya conocidísima novia, saludaba a todos pues era muy sociable y conocía a varios fuera de la escuela, él levantó el rostro y saludo a lo lejos a Andrea, ella le regresó el saludo. La música inició y todo mundo bailaba, las cuatro chicas bailaban emocionadas, brincaban, la música de detuvo, todo mundo fue a sus lugares, porque comenzaría el show, era como un certamen de belleza, las chicas y los chicos modelaban primero con ropa casual y luego con ropa de fiesta, Andrea estaba impresionaba de la cantidad de personas que gritaban y echaban porras a sus participantes, estaba tan abarrotado que tuvieron que subirse a una mesa para poder ver todo el espectáculo, al terminar el evento, la música regresó, claro que Iván tuvo que tomarse como mil fotos con los ganadores, las chicas regresaron a la mesa.

—Disculpa, ¿me podrías traer un refresco?, pero me lo abres aquí —le dijo Andrea al mesero.

—Claro —dijo el mesero.

—No seas miedosa, no te va a pasar nada —dijo Elisa burlonamente.

—Más vale prevenir que lamentar —contestó Andrea.

—O sea, eso sí te da miedo, pero no fumar a los trece —opinó Karla.

—No fumo, lo hice dos veces y las drogas sí me asustan un poco, aparte mi mamá me dijo que…

—Todas oímos, Andrea —dijo Sol, todas rieron.

En eso, Max se levantó y caminó a la mesa de las chicas.

—Elisa, ¿quieres bailar conmigo? —preguntó el príncipe azul de Elisa.

—¿Me estás hablando a mí? —preguntó Elisa a Max.

—Eres la única Elisa de la mesa —dijo Max.

—Está bien —dijo Elisa, yéndose a bailar con Max, mientras sus amigas reían.

Elisa no podía creer que Max le hubiera pedido bailar frente a todo mundo, ¿sería porque muchas de las personas que estaban no los conocían o sería porque ya había tomado valor? Pasado un rato se veían chistosos, Max era guapo, pero era bajito, no por nada Elisa le gritaba enano, a de haber medido 1.55 y Elisa media 1.60 no sé bien, pero ella se veía más alta. Iván invitó a Sol y Oliver a Karla, quedándose como siempre sola en la mesa Andrea, al llegar el refresco ella le dio un sorbo y se le ocurrió ir al baño, saliendo de este se encontró con un amigo, sólo que no se veía muy normal que digamos, no estaba pasado de copas, estaba drogado. ¿De qué? ¿Quién sabe?

—¿Ian te sientes bien? —preguntó Andrea preocupada, pues el chico daba tumbos.

—Claro que sí Andrea, de verdad… oye si te he dicho que tienes una cara muy bonita —comentó Ian.

—No Ian. Bueno, yo te dejo si estás bien.

—No, espérate —dijo Ian.

Andrea comenzó a sentirse incomoda, Ian la empezó a acorralar y cuando se dio cuenta ya no había escapatoria, estaba arrinconada y él tenía sus brazos a los extremos, fue cuando en su estado, besó a Andrea. «¡No!¡así no!» Ella estaba por empujarlo, cuando de la nada salió Alberto y se le fue a los golpes a Ian, todo mundo corrió, Iván y Max llegaron a separarlos, junto con los de la seguridad, lo tomaron y sacaron del lugar al igual que a Ian, las chicas corrieron a ver a Andrea.

—¿Estás bien? —preguntó Elisa.

—Sí —dijo Andrea incrédula de lo que había pasado.

—¿Qué pasó? —preguntó Sol.

—El idiota de Ian me dio un beso —dijo furiosa Andrea.

—Pero ¿viste cómo llegó Alberto?, casi lo mata —dijo Sol. 

—Vayan a seguir bailando —dijo Andrea

Ella salió del lugar, buscando a Alberto, necesitaba una explicación. «¿Qué era lo que pasaba?» Salió, pero no había nadie, diablos ya no podía regresar y su dinero se lo había dado a Sol. Pues se fue caminando, por primera vez en su vida, caminaba sola por la calle, pero lo único que podía pensar, era que había recibido el beso de quien menos hubiera pensado y la forma menos bonita del mundo. Llegó a la esquina de su casa y pensó, me van a regañar, si ven que llego sola, lo harán, pero algo se me ocurrirá, en eso escucho que alguien gritó su nombre.

—¡ANDREA! —gritó Alberto.

—Hola. ¿De dónde saliste? —dijo Andrea mientras que Alberto llegaba corriendo.

—Te dije que no era lugar para ti —contestó Alberto.

—No entiendo qué le pasaba a Ian —dijo Andrea.

—Bueno, imagino que nunca has visto a alguien drogado —contestó Alberto.

—¿Estaba drogado? —preguntó Andrea un tanto incrédula.

—Así es. No todo mundo vive en un mundo color de rosa como tú.

—No puedes juzgarme por lo que ves —dijo Andrea de forma abrupta.

—No has querido contarme todo.

—No es nada importante en realidad —dijo Andrea bajando el rostro.

—¿Nos sentamos? —preguntó el chico.

—Claro —dijo ella.

Ambos se sentaron en la esquina de la casa de Andrea, guardaron silencio.

—Terminé con Rosalía —dijo Alberto.

—Órale. ¿Por lo que pasó ahorita? —preguntó la inocente chica.

—Claro que no. Ya te había dicho que terminaría con ella —dijo Alberto viendo a Andrea.

—Uff que bueno, pensé que se había molestado conmigo o algo así y ya no quiero más problemas, en serio.

—No, realmente no puedo estar con alguien que no me hace sentir nada —contestó Alberto—, y ella sinceramente es muy bonita, pero mi corazón no reacciona.

—¿Y porque estuviste con ella dos años? Digo porque no creo que estés con alguien sólo porque sí.

—No sé, ahorita espero dedicarme más a la escuela —respondió él.

—Sí, claro —dijo Andrea entre risas.

Alberto tomó su mano y la miró a los ojos, Andrea sentía que el corazón se le salía por la boca, temblaba incluso.

—No me gustó ver que Ian te besara, te quiero mucho y sé que tú jamás hubieras querido algo así.

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Andrea.

—Dime si miento, pero tú soñabas con el beso perfecto, música y flores casi, casi con hadas flotando a tu alrededor —dijo riendo Alberto.

—Lo sé, soy una ridícula —exclamó Andrea.

—No, eres una romántica. Eso eres y eso debiste haber tenido —contestó el chico.

—Pues ya no podré tenerlo, siempre recordaré este momento.

—Verás que si, en algún momento de tu vida pasará, tendrás el beso de tus sueños y te hará olvidar todos.

—Eso espero —dijo Andrea poniéndose de pie—, gracias.

—¿Por qué? —preguntó.

—Por ser mi amigo, no sé por qué siempre estás cuando te necesito, pero siempre estás ahí, creo tú eres más mi amigo que yo tuya, en verdad lo siento mucho y gracias por quererme.

—Tú eres… la persona que me hace ir todos los días a la escuela. Te veo el lunes. —dijo Alberto yéndose del lugar.

¡¿QUÉ?! ¿En serio le dijo eso? Andrea no podía creer lo que había escuchado, era lo más lindo que alguien le había dicho hasta ese momento, sí, tal vez le habían dado un beso de una forma que ella nunca hubiera querido, pero había valido la pena todo lo que había pasado por oírlo decir eso, caminó hasta su casa, tocó la puerta y su madre la dejó entrar. Ese fin de semana, Andrea sentía que había logrado mucho, después de dos meses en la congeladora.



 

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